lunes, 7 de febrero de 2011

“Búsquedas y retos para consolidar una propuesta de formación que se corresponda con los desafíos de los contextos rurales, urbanos y poblaciones especiales”.

Ponencia de la Escuela Normal Superior de Neiva en el VII FORO EDUCATIVO DEPARTAMENTAL Y MUNICIPAL “Aprendiendo con el bicentenario de la independencia”.
Síntesis elaborada por  Gloria Esther Martín y María Nohemy Peña Buendía[i]                                              

Introducción

En la perspectiva del tema de fondo, a cuya reflexión nos convoca este panel “¿Cómo se ha transformado la enseñanza y el aprendizaje en el Huila? nos parece pertinente  en primer lugar contextualizar el tipo de educación que desde la perspectiva oficial se ha impuesto en nuestras escuelas y que en los supuestos básicos contempla la concepción de hombre y de sociedad.

Luego compartimos  el proceso que hace la Normal para responder a los desafíos  derivados de la crítica a esta visión de hombre y de sociedad,  a las lecturas  de  contexto actual a  las lógicas de aprendizaje de niños, niñas y jóvenes, a los avances  de las ciencias  y a las nuevas exigencias que el Ministerio de Educación Nacional  le hace a las normales. Para ilustrar las experiencias de construcción exponemos  una lectura de realidad realizada  con la participación de todos los actores educativos, la que muestra una aproximación a la forma como es  percibida la escuela, sus transformaciones y retos en el área rural del Municipio de Neiva.

Concluimos, por último, precisando las bondades de estos procesos y  sus perspectivas.

1. El tipo de hombre y de sociedad que  subyace en  el sistema educativo.

No es  casual que el tema de  las transformaciones en el aula, la escuela y  en general en todo el sistema educativo, sea objeto de preocupación, tanto más cuando los índices de pobreza, violencia,  desarrollo, impunidad, corrupción y calidad de vida en el país llegan a estados alarmantes, haciendo eco en la comunidad internacional que se pregunta por los  factores internos y externos  que alimentan estos desequilibrios y asimetrías.

El sistema educativo no es ajeno a las implicaciones  de todo orden que genera este estado de crisis, cuyos síntomas y malestares se expresan en el sin sentido de la vida de niños y jóvenes a los cuales la escuela no ha podido empoderar para  fortalecer su proyecto de vida personal, profesional y ciudadano.

Para comprender en qué  consiste la crisis y por lo tanto para poder encaminarnos hacia su solución el profesor Ricardo  Lucio A.[1] hace un análisis desde  la estructura social sobre la cual se montó el sistema educativo de comienzo de la independencia, cimentada en  una   visión dual  de hombre y de sociedad que reglamentaba el papel de la escuela para ese mismo  propósito.

Siguiendo a Ricardo Lucio,  “se  partió del conocimiento  implícito de que existía una clase privilegiada, nacida para el  ocio intelectual y de que existía una clase social a la cual le tocaba trabajar.

El sistema educativo clásico primaria-secundaria-universidad estaba diseñado entonces  para un grupo social minoritario, que podría dedicarse al ocio intelectual, y para el cual el físico era un desprestigio, un antivalor.

El estatus social del grupo criollo que organizó la independencia política era fiel copia del colonizador europeo del cual descendía: las tierras  fueron apropiadas con todo y sus habitantes, para que otros trabajaran para él. La formación universitaria estaba concebida (y esta  concepción perdura hasta los albores de nuestro siglo) como una formación del letrado, del burocrático, en “oficios liberales”, en los cuales no entran las manos. No  es de extrañar que en este tipo de  educación general primen las asignaturas teóricas sobre  las prácticas, las discursivas sobre las  productivas, la especulación sobre la transformación, el libro sobre las herramientas.

La otra cara del dualismo es el entrenamiento productivo de la mayoría, que tenía que  transformar el mundo  para que vivieran todos. Es muy claro que para ellos se desarrolla un sistema de educación totalmente paralelo, correspondiente a una visión compartimentada y segregada de la sociedad. Aprendizaje del oficio artesanal, capacitación dentro de la industria, entrenamiento   para el oficio, cualquiera que sea la forma, el objetivo, es que el trabajador  en ciernes aprenda unas habilidades y unas destrezas y que las ejercite bien. No necesita de la especulación  teórica. Recordemos por ejemplo  como muy bien avanzado el siglo XX, la contrarreforma educativa de Laureano Gómez, volvió a establecer un sistema dual de  educación primaria; ( 3) años de escuela rural y 5  años de escuela urbana, desmotando el avance logrado con “la revolución en marcha” de una primaria de cinco años para todos. El campesino tiene que aprender a trabajar; no puede  distraerse con sutilezas intelectuales.

¿Qué pasa entonces con la llegada  de los tiempos modernos, con el proceso de urbanización, con la industrialización del país?

Por un lado acceden nuevas clases sociales a la educación básica, académica tradicional, con nuevas expectativas de ascenso y movilidad social. Es claro que un sistema de formación general, teórica diseñada para una minoría, quiebra cuando se aplica a la mayoría. No se puede esperar que un pueblo se desarrolle educando a la mayoría de su población para el ocio intelectual y productivo improductivo. Entonces se comienza a hablar de que la formación es muy general, muy teórica, que no prepara  para el trabajo. Aparece como respuesta el bachillerato diversificado, técnico y se integran nuevas carreras, más modernas, a la universidad (que antes constaba en su mayoría solo de carreras clásicas, como filosofía, teología, literatura, derecho y algo de medicina).

La otra  cara de la crisis se presenta en el otro componente del sistema dual, en la formación de los trabajadores. Se dice que es muy rígida que automatiza a  la persona, que no le da al trabajador capacidad para pensar ni para adaptarse a los cambios permanentes del mundo moderno. Se comienza a hablar entonces de  componentes de reflexión, de aprender a aprender”.

Es en este marco  donde se inscriben las políticas educativas que  con el paso del tiempo refuerzan los imaginarios colectivos de escuela donde se aprende a leer y escribir tan útil para  sacar la cédula de ciudadanía, para los menos favorecidos y  como el lugar privilegiado para el ascenso social de las clases medias, sin  haber resuelto el  proyecto de  país, de estado y de nación  que ella contribuye a formar.
Como consecuencia, la escuela desarrolla un papel sin norte, donde se aclimatan las políticas  educativas  que conducen a reformas permanentes  que se cambian y modifican sin hacer las evaluaciones de los impactos de las mismas de cara a los desafíos de la vida moderna, como lo señala Rafael Porlán[2]: Por   su desconexión con el avance de las ciencias, su trasfondo poco democrático y participativo, la constatación de un importante fracaso en relación con el aprendizaje científico de los alumnos.

2. Nuestras búsquedas como institución formadora de maestros

Son muchos los interrogantes que surgen  de la crítica a esta visión de hombre y de sociedad  replicada en la escuela,  a las lecturas  de  contexto actual,  a  las lógicas de aprendizaje de niños, niñas y jóvenes, a los avances  de las ciencias  y a las nuevas exigencias que el Ministerio de Educación Nacional   le hace a las normales. Entre otros los siguientes:

¿De dónde sacamos la comprensión de las circunstancias reales sobre las cuales hay que  formar? ¿De dónde sacamos la condición de sociedad,  de hombre,  de culturas, de valores que alimenten el pensamiento del maestro frente a la ruralidad, frente a los sectores urbanos marginales, frente a las poblaciones especiales?

Como hipótesis planteamos que: “El maestro se forma con un concepto urbano altamente desarrollado y con poca  o ninguna comprensión sobre lo que realmente  acontece en el campo”.

“Los estudiantes y maestros  aunque provienen   en su mayoría del estrato  1 y 2 desconocen las dinámicas culturales que configuran su identidad”.

“Los estudiantes y maestros (as) no han construido  un enfoque  de inclusión desde las condiciones reales de las poblaciones con necesidades educativas especiales”[3].

Es desde estas consideraciones  que  proponemos una formación de maestros,  que respete  la condición de La Constitución, en el sentido de  que Colombia es un país multiétnico y pluricultural, dentro de un  modelo pedagógico,  que se caracteriza por: Estar  en permanente construcción,  asumir la educación como proceso de negociación que facilita la comprensión de la realidad para mejorarla y estar guiado  por una práctica que considera como elementos importantes la autonomía, la participación, la comunicación, la significación, la humanización, la transformación y la contextualización.

Esto ha significado hacer rupturas:

En lo organizativo

Respecto al agotamiento de las prácticas tradicionales y el malestar generalizado frente   a lo que hace la escuela, que con su organización rígida no da cabida a las personas como sujetos ignorando su saber y desconociendo la cultura de la que son portadores, la Normal toma distancia de la pedagogía tradicional flexibilizando su organización y construyendo progresivamente un proyecto más abierto, acercando la escuela a la comunidad y a su entorno visto como un espacio cultural en el que convergen diversos proyectos: lúdicos, estéticos, recreativos, de investigación y conocimiento. etc.

En lo académico curricular.

Identificación de problemas relacionados con los contenidos y la metodología.

La caracterización sociocultural de los actores,  la identificación de las demandas educativas desde sus perspectivas, necesidades e intereses lleva a una revisión crítica de lo que se ha venido haciendo en orden a proponer nuevas metodologías, nuevos enfoques. Estas experiencias unas individuales y otras colectivas  han logrado permear la cultura escolar y se han constituido en referentes obligados de la práctica docente.

Producción de materiales

Las experiencias originadas en la crítica a los materiales y medios.

No se descartan los textos y materiales de apoyo, pero se propone la construcción de los mismos por parte de los sujetos, salvaguardando el disfrute y el desarrollo de competencias comunicativas, no solo orientadas a los niños sino también a los maestros y demás participantes del proceso.

Los ejes que  direccionan  y  transversalizan estas búsquedas son:

1.    Contexto
2.     Comunicación
3.     Proyectos de vida personales, profesionales y ciudadanos.

Las lecturas de contextos nos han llevado a construir y reconstruir permanentemente un nuevo  imaginario de escuela. Un ejemplo de estas lecturas da cuenta de la forma como estudiantes,  profesores, padres de familia y comunidad en general, leen la realidad del Municipio, del País y del mundo, verificando sus transformaciones, las que llevan a precisar las demandas educativas de los actores, configurando en este mismo ejercicio un nuevo modo de  ser maestro.

2.1. Lectura de la realidad, un reconocimiento de contexto para establecer demandas educativas [4] 
            
Contexto Nacional.

Las investigaciones sobre prospectiva y políticas educativas –aunadas a informaciones recientes- revelan que frente a los actuales procesos de globalización económica y de uniformización de los modelos de vida y las culturas para que se sometan a los mandatos del consumismo, Colombia se encuentra en una encrucijada, pues no ha podido definir hasta el momento caminos claros y viables para garantizar su permanencia de hecho como Estado-Nación, defender su soberanía –en especial, la alimentaria y la de sus recursos naturales-, su patrimonio cultural y estimular el desarrollo humano pleno de sus habitantes. De ello dan cuenta las razones que siguen.

En lo económico, los informes financieros de los grandes grupos y las estadísticas, tanto gubernamentales como de centros de investigación, advierten que avanza sin pausas la concentración de la riqueza en muy pocas manos y, por consiguiente, la ampliación de la pobreza hasta niveles insólitos. Por ejemplo, la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad[5] revelan que en estado de pobreza está el 45,5% de nuestra población, es decir, 19 millones 900 mil colombianos y en estado de indigencia un 16,4% de la población, es decir, 7 millones 200 mil colombianos. Además, afirma el estudio que la pobreza rural en nuestro país es más pronunciada que la pobreza urbana y que la indigencia rural es más del doble de la indigencia urbana.  
A ello debe agregarse que dentro del actual gobierno –y pese a la reforma laboral que implementó- no creció el empleo digno sino el precario, y llegaron a 4 millones los colombianos y colombianas que migraron a buscar oportunidades económicas en el extranjero, entre ellas en el narcotráfico y la prostitución.

A más de lo anterior, se negocia un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos con la Unión Europea, con  Perú, con China, que, tal como están planteados hasta el momento, puede arrasar con la producción agropecuaria y desmantelar la menguada industria colombiana, como ya ocurriera durante la Apertura económica a principios de los 90. Además, puede poner en riesgo los saberes ancestrales sobre la naturaleza y la propiedad intelectual, y continuar la entrega del país a las multinacionales y al capital financiero internacional.

En lo político, a pesar de que la Constitución de 1991 planteó crear un Estado social de derecho basado en la democracia participativa, el reconocimiento de la pluralidad cultural y el reordenamiento territorial, poco hemos avanzado en esta dirección. Pues aunque en las ciudades más pobladas ha crecido el voto de opinión, en el resto del país se han afianzado las redes clientelistas que patrocinan la corruptela y que, por tanto, impiden el surgimiento de partidos democráticos, la libre participación política, la inclusión de etnias y discapacitados, y dificultan pensar un ordenamiento espacial del país que propenda por la democracia. No sobra recordar aquí que aunque los gobernantes caracterizan al país como democracia –en la que incluso es posible abolir los delitos políticos-, un buen número de científicos sociales y políticos lo perciben como de democracia incipiente y restringida.

A ello se suma la violación de los Derechos Humanos, como lo señalan el informe 2005 de Naciones Unidas sobre el tema y las recientes declaraciones de la Alta Comisionada de esa organización, Louise Arbour. Entre los derechos violados se destacan la intimidación y ataques a los civiles por parte de los ejércitos en pugna los que, a su vez, generan el desplazamiento forzado. Por cierto, han sufrido este trauma más de 4.5 millones de colombianos[6] y las cifras siguen aumentando. Por esta razón, la Defensoría del Pueblo considera que el país vive una crisis humanitaria. Ella tal vez sea la más grave en un planeta que cuenta con 12 millones de personas desplazadas.

Las anteriores circunstancias de pobreza, empleo precario, desplazamiento del 9.3% de la población, éxodo de más del 9% de los habitantes, permiten prever que, en lo social, Colombia deberá afrontar en el inmediato futuro enormes problemas y retos. Problemas tales como el de garantizar la sobrevivencia para  sus habitantes y resolver los traumas psicológicos causados por el conflicto (que pueden afectar por lo menos a dos generaciones más). Y retos como el de estar preparados para asumir creativamente los impactos de la globalización y la uniformización cultural y, además, los que surjan de la  firma de los TLC.

Mientras tanto, en lo cultural, se advierte que las generaciones mayores no han podido transmitir a las nuevas  estrategias más eficaces para comprender la sociedad actual e instalarse en el mundo del trabajo. Al parecer estas resultaron desuetas debido a los acelerados cambios que avances científicos –como la píldora- y las nuevas tecnologías –en especial de la información y la comunicación - introdujeron en la vida cotidiana y en los entornos laborales. Hoy ya no se asiste a la tradicional batalla entre las generaciones sino a una mucho más compleja: una en la que la carencia de oportunidades laborales demora la salida de los jóvenes de sus hogares; una en la que las carencias afectivas y la falta de información adecuada lleva a las jóvenes a quedar embarazadas a edades cada vez más tempranas, y a muchos  y muchas jóvenes a engrosar las estadísticas de quienes sufren enfermedades de transmisión sexual o adicciones; pero, también, una en la que los jóvenes –habitantes plenos de la sociedad digital- construyen subjetividades que se superponen o interceptan y fluyen en múltiples sentidos.  

Contexto regional

En las investigaciones sobre etnografía y universos culturales encontramos que en las 42 veredas visitadas de 14 municipios del norte, centro y sur del Huila, la economía se basa en la producción de alimentos para los mercados urbanos y para la propia sobrevivencia y, en algunos casos, en ofrecer la fuerza de trabajo a la agroindustria o a la extracción petrolera, sin embargo, los campesinos cada vez más encuentran obstáculos para colocar sus productos en el mercado, y como es de conocimiento público, en algunos lugares apelaron a sembrar cultivos de uso ilícito.

A su vez, el libre ejercicio de la política está intervenido por la presencia del ejército y los actores armados.  Con todo, funcionan las juntas de Acción Comunal u otras formas de organización vecinal que se interesan por garantizar la existencia y mantenimiento de la carretera y los servicios públicos o conseguir otros apoyos para el desarrollo comunitario y con ese fin, en ocasiones, recurren a los respaldos de los políticos en el poder.

No obstante este clima de tensión, los etnógrafos y analistas de universos culturales advertimos –en lo social- que los habitantes mantienen cordiales comunicaciones entre sí e, incluso, fuertes solidaridades. Al aproximarnos más a los pobladores centramos la mirada en las cuatro generaciones existentes –anciana, adulta, jóvenes y niños- y dentro de ellas observamos sus procedencias, oficios, usos del tiempo libre, tejidos comunicativos, consumos culturales, memorias y nociones de futuro.

En particular encontramos que los habitantes ancianos y adultos de las veredas proceden de desplazamientos previos –como la Violencia de los 50 o la persecución a grupos insurgentes en los 60- o que llegaron de departamentos circunvecinos buscando nuevos horizontes para sus vidas. Entre ellos hay todavía fundadores de las aldeas que habitan o quienes donaron el lote para construir la escuela.  Sus oficios están vinculados a labores agropecuarias, artesanales y pequeños comercios. Valga anotar que desde hace algún tiempo algunas mujeres han tomado la iniciativa de organizar microempresas o crear redes para vender cosméticos y ropas.  Al mismo tiempo, hay constante preocupación por el deterioro ambiental que genera catástrofes naturales.

Entre los ancianos no existe la noción de tiempo libre, mientras que entre los adultos está relacionada con los momentos de encuentro familiar, asistencia a oficios religiosos, reuniones veredales, visitas y diversas formas de entretenimiento.  Entre los consumos culturales está el acceso a los noticieros y telenovelas de medios masivos, como la radio o la televisión.  Además, sus memorias colectivas recuerdan la Violencia, las luchas políticas como las de Jorge Eliécer Gaitán y Quintín Lame, pero –en especial – las luchas que han dado por el mejoramiento y consolidación de sus veredas y los momentos de integración como las fiestas.

Entre sus nociones de futuro la mayoría de ancianos tienen la ilusión de que las nuevas generaciones conserven y mejoren el legado que ellos dejan; otros, esperan la hora de la muerte.  A su vez, algunos adultos aspiran que mejore la vida en el campo, mientras que otros quieren abandonarlo para trasladarse a las ciudades; hay, también, quienes se dejan llevar por el conformismo y la desesperanza.

Por otra parte, los jóvenes ha nacido en las veredas que habitan pero en un buen número de ellos sueñan con migrar para buscar oportunidades y evitar el peso de la guerra.  En cuanto a sus oficios, alternan las labores doméstica y del campo con el estudio, la formación en áreas técnicas – mecánica, sistemas, belleza- o la producción agraria especializada en arroz, piscicultura o porcicultura.  Consideran que su tiempo libre es el de los fines de semana cuando se dedican a estar con sus familias, practicar deportes, pasear o ir a fiestas.  Consumen radio y televisión pero no para enterarse las noticias –como las generaciones mayores- pues aparentemente no manifiestan mucho interés por la política o la economía (tal vez por la circunstancias de intimidación en que viven), sino más bien para descubrir lo que está de moda o lo que expresa sus sensibilidades; algunos usan celulares.  Sus memorias están más ligadas a sus propios procesos generacionales y a hechos de guerra ocurridos en sus veredas.  En sus imaginarios de futuro señalan que, por un lado, tienen el interés de capacitarse para darle mejor vida a sus mayores o contribuir a su región, o, por otro, la intención de trabajar para independizarse económicamente.

Mientras tanto, muchos de los niños proceden del reciente proceso de colonización y del desplazamiento.  Sus oficios son los domésticos, la ayuda en las labores del campo y el apoyo a la economía familiar mediante la venta de productos caseros.  Sus usos del tiempo libre están relacionados con el trabajo y la escuela.  Al igual que los jóvenes consumen la radio y televisión como una forma de entretenimiento.  En sus memorias recuentan las narraciones de los adultos, la vida familiar, la escuela, las fiestas, las catástrofes naturales y la presencia de los actores armados.

En suma, este universo no está tan aislado del país como suele parecer a un buen número de habitantes urbanos (que, entre otras cosas, provienen de abuelos campesinos).  Pero es claro que han sido estos quienes más han sufrido y sufren los impactos de la falta de oportunidades, del abandono estatal, de las catástrofes naturales, de la guerra y el narcotráfico.  Sin embargo, ellos persisten en habitar el campo. Producir alimentos y mantener modelos de vida que asumen como satisfactorios (Eric Wolf, 1.982).

Desplazados por las diversa violencias, con unos oficios que les permiten interactuar con la naturaleza –en proceso de deterioro-, con unas nociones del tiempo más relacionadas con los ciclos productivos que con el calendario oficial, miembros plenos de la cultura oral, pero interesados por saber qué ocurre en el mundo y en el país y en descubrir las nuevas lógicas del mercado, saberes, memorias colectivas de largo plazo, y tejidos comunicativos menos fragmentarios que los que se consiguen en las urbes, que, además, les han servido para  sobrevivir en medio del conflicto
.
A su vera, entre los jóvenes se ha instalado la noción capitalista del tiempo – medida por la semana – y los consumos de los imaginarios mediáticos que interpelan su mundo retándolos a integrarse a lo urbano y a la cultura digital.  En consecuencia, las subjetividades de estos últimos oscilan entre su comunidad y la sociedad, entre mantenerse ligados al universo familiar campesino o abrirse paso en el mundo urbano actual. 


2.2. Transformación de las veredas, las escuelas y los actores educativos e impacto de los proyectos pedagógicos productivos en el municipio de Neiva.

En las múltiples y variadas experiencias  realizadas por maestros en ejercicio, practicantes de la normal y  asesores de investigación en la zona noroccidente, oriente, sur y  centro norte del Municipio de Neiva   se ha podido constatar que  lo rural  no está suficientemente definido y delimitado, pero  todavía  aceptamos que está constituido por     espacios  que en la geografía mantienen una población alejada de los centros urbanos, en condiciones de baja calidad de vida y dedicada únicamente a actividades agropecuarias.  De manera todavía insegura nos estamos aproximando a las fuentes que permitirían allegar elementos para ilustrar y conceptualizar  no solo lo que denominamos rural sino la riqueza sociocultural y los conflictos y transformaciones  que allí se generan.

En los primeros acercamientos realizados en el sector de Fortalecillas, El Venado, Cagúan, Los Altares,  en el año 2.005, se comenzó a problematizar éste concepto de lo rural debido a que  las poblaciones allí asentadas se han ido transformando en conglomerados que interactúan en diferentes escenarios, haciéndose más visible en ellos las influencias urbanas que manifiestan en las dramaturgias de la sobrevivencia y la hibridación cultural de sus costumbres campesinas con las ciudad.

En los últimos tres años  con la investigación sobre los contextos: Veredas, escuelas, aulas, modelos educativos y  universos culturales de los actores se ha podido establecer  que las dinámicas culturales de estos escenarios pugnan entre sí haciendo visibles unas lógicas contrapuestas que se expresan en múltiples prácticas y lenguajes.

Las casas de  campo que tradicionalmente se  adornaban con jardines, han  ido  desapareciendo por causas que hay que investigar. Donde  todavía viven las  abuelas se mantienen costumbres relacionadas con el embellecimiento, con la disposición de los espacios privilegiando el encuentro, la comunicación cara a cara  como la cocina, el fogón de leña poco a poco reemplazado por cocinetas , el horno de barro y el lavadero.

Las transformaciones más evidentes se dan en el paisaje geográfico, sometido por generaciones a prácticas agropecuarias inadecuadas, las que han traído como consecuencia el deterioro ambiental hasta límites catastróficos e irreversibles, la contaminación y secamiento de las fuentes hídricas, humedales y nacederos; la desaparición de la  fauna y flora silvestre tan rica y variada en todas las zonas motivados por el afán comercial, por el lucro fácil, por la rapiña de los recursos naturales ante la mirada impávida del estado o con su complicidad.

Esta problemática ha adquirido centralidad como consecuencia del calentamiento global, realidad que nos afecta y recrimina directamente.

A la raíz de estas transformaciones se encuentran otras dinámicas culturales que antropólogos, sociólogos y estudiosos de la comunicación están estudiando cada vez con mayor rigor por tratarse de fenómenos derivados de la constitución de la aldea global y los desplazamientos no solo de paradigmas que los explicaban, sino de los conflictos generados a todos los niveles convirtiendo el ir y venir en una actividad cotidiana de diferentes grupos sociales.

El antropólogo James Clifford  en su libro rutes, publicado en  Harvard en 1997, referenciado por  Jaime Arocha en el preámbulo del libro Cultura y Región, dice que el autor jugó con un solo sonido para condensar los sentidos contrapuestos de las transformaciones culturales que en su opinión hoy recorren el mundo; al describirlas y precisarlas pareciera como si estuviera explicando lo que ha pasado en el Municipio de Neiva en la parte rural. Afirma que  el mercado laboral, el conflicto armado, la velocidad de la comunicación y las aspiraciones individuales figuran entre los impulsos que convirtieron los viajes en eventos cotidianos.   Las huellas de viajeros de distintas procedencias tanto nacionales como extranjeras en el  relieve montañoso de la zona noroccidente en busca de oro,  en el oriente detrás de la fauna y flora silvestre como la quina y el caucho,  en el semidesértico en busca de oro y petróleo y en la vega de los ríos por donde circularon viajantes estableciendo rutas para el mercado del oro y otros minerales del subsuelo, el agua , telas y productos agropecuarios, fueron también testigos del paso de aventureros nacidos en tierras tan distantes como Europa, África, Inglaterra o de otras regiones de nuestro propio país acompañantes de empresas caucheras,  mineras y manufactureras, las que dejaron en estas tierras  cicatrices  de las cuales ya no se volverá a recuperar,  pero también huellas por donde  siguen transitando los imaginarios, creencias y tradiciones campesinas.

Remembranzas del paisaje ancestral, son los cantos de Jorge Villamil a los sauces, las acacias, los guaduales, los  caracolíes, las espumas de las aguas cristalinas y los atardeceres que encendían el paisaje de los valles del Magdalena.
Los grupos que se asentaron en el noroccidente, oriente y parte del valle del Magdalena, conformaron   identidades como lo afirma Eduard Delgado en su artículo  “Cultura, territorio y Globalización” que  no sólo demostraban arraigos persistentes en sus ámbitos de origen, sino en aquellos que acogían a emigrantes, como el caso de los llamados Turcos en la zona de la microcuenca del Río Fortalecillas, recordados aún hoy por algunas personas mayores o los Ingleses y Alemanes buscadores de Oro en la Zona de San Luis.  Emigración e inmigración eran cuestiones de búsqueda personal o de empresa familiar. Pero, con el paso del tiempo, las violencias fueron reemplazando el irse por voluntad a desplazarse por la fuerza.

Y los desplazados como lo muestra otro volumen publicado por la universidad Nacional y referenciado por el mismo autor “son gente que no milita en su identidad, por lo contrario, la oculta pese a que sabe muy bien que ella es cimiento para rehacer la vida por fuera de la tierra ancestral. Los desplazados tienen que pasar desapercibidos ante unas máquinas de guerra que interpretan cualquier mueca como muestra de adhesión al enemigo”.

Las historias, los conversatorios, los relatos especialmente de las personas mayores dan cuenta de estos itinerarios y de las prácticas agrícolas, comerciales, festivas y otras que estimularon en los habitantes de las distintas zonas., a adoptar y recrear  hábitos, prácticas, creencias e imaginarios como resultado de las influencias extranjeras las que han producido transformaciones en la cosmovisión de los  campesinos (as), y tímidamente cambios en la filosofía de las instituciones educativas  rurales y sus prácticas.

Conscientes o no de sus raíces, los habitantes de las distintas  zonas en especial los que las habitan manifiestan distintos grados de apropiación y valoración de su territorio.

En primer lugar se enfatiza la relación utilitaria con el espacio en términos de explotación económica o de ventajas estratégicas para la comunicación con otras regiones, pero también  como el lugar y soporte de identidades individuales y colectivas. En suma es considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como circunscripción político administrativa, pero también como paisaje, como belleza natural, como entorno ecológico privilegiado, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria que aunque fragmentaria persiste en el registro de los ancianos, más que en el de los jóvenes y los niños.

Al referirse a la escuela de antes  y estimularlos a confrontarla con la de ahora, no solo rememoran la de hace tres o cuatro años sino la de antes donde ellos aprendieron a leer y escribir tan importante para sacar la cédula con la cual se reportaban como ciudadanos del país. En sus experiencias hay registros de la forma como aprendían, de la relación en su mayoría rígida y autoritaria con los maestros (as) de los  cánones tradicionales centrados en el libro de texto y al margen de la vida y la rígida disciplina de la filosofía tradicional, secuelas que aún persisten. No obstante permanecen en su memoria los intercambios entre pares, los viajes de ida y vuelta a las escuelas con los hijos de los vecinos, el paso de lugares peligrosos, los accidentes en las quebradas y ríos y las  pilatunas propias de la infancia.

Las prácticas formativas de las familias, las escuelas y las  religiosas no ayudaron a armonizar la relación con el paisaje y tampoco a preservar la comunicación cara a cara fomentando el sentimiento comunitario tan arraigado en los ancestros campesinos, por el contrario se fueron generando violencias estimuladas por la competencia comercial, la apropiación de la tierra y con el tiempo las militancias políticas y religiosas, las que trajeron consigo dependencias que en un  principio se expresaban en las relaciones de los amos y señores de las haciendas con sus trabajadores para luego convertirse en  otras más distantes pero no menos esclavizantes: las políticas económicas, educativas, sociales y el abandono del campo por parte de los gobiernos.

Intentar tomarle el pulso a la escuela y a sus transformaciones  es más aventurado que el ejercicio sobre las veredas. Las percepciones de algunos pobladores permiten concluir que se aprecian cambios en la infraestructura y dotación de las mismas especialmente de la zona oriente, sur, norte pero muy pocos en la Zona noroccidente. Los que pueden inventariar cambios significativos explican que el papel de los rectores ha sido fundamental para tal propósito y lamentan tener que aceptar transiciones bruscas entre un rector dinámico y otro pasivo e indiferente.

Los niños, padres de familia y jóvenes, valoran en alto grado el transporte escolar, el restaurante y la introducción de tecnologías que los acerca a la posibilidad de acceder al capital cultural que se  produce en otros escenarios. Tienen palabras de elogio para los maestros y maestras que hacen propias  las necesidades de los estudiantes, sus intereses y limitaciones, impulsándolos a mejorar sus competencias comunicativas y las prácticas que los ligan con el campo sin dejar de ser ciudadanos del mundo.

Lamentan profundamente el cambio de maestros y las metodologías centradas en el libro de texto o guías desactualizadas, lo mismo que el poco tiempo que dedican muchos maestros del horario semanal al desarrollo de planes, programas y proyectos.

Se perciben las dinámicas institucionales como las regladas por el Ministerio de Educación Nacional, frente a  las cuales los mismos maestros expresan no estar en capacidad de  orientarlas adecuadamente por falta de formación.

Los proyectos pedagógicos productivos, entendidos como procesos de investigación y desarrollo educativo no solo para la producción económica, sino de conocimientos y tejidos comunicativos se visualizan como iniciativas viables, enriquecedoras y altamente significativas para recrear no solo la cultura campesina, sino para visibilizar sus procesos de construcción de identidad, pero no disponen de recursos  para hacerlos sustentables en el corto, mediano y largo plazo.

Los que se realizaron este año en las diferentes zonas rurales  estaban relacionados con  la producción de café orgánico, La huerta  y vivero Escolar, El embellecimiento de las escuelas, y la recuperación del  la Microcuenca del Río Las Ceibas.

Quienes mejor los han apropiado y comprendido, argumentan que la voluntad de los maestros y rectores es definitiva para  su consolidación, pues se trata de modificar sustancialmente, las metodologías transmisionistas centradas en las viejas guías de escuela nueva con su conocimiento cristalizado y alejado de la realidad que no forman para la comprensión del mundo, el desarrollo de las competencias comunicativas y menos para ser actores culturales en sus propios contextos.
El reclamo que hacen los maestros, en el sentido de formarse en el  manejo del  viejo modelo escuela nueva pierde su sentido dentro de la perspectiva de la  adopción decidida de los proyectos pedagógicos productivos a menos que se haga una reestructuración  a fondo de los elementos que del mismo modelo  no han perdido su vigencia pero que se han tornado obsoletos por el manejo conductista que se le ha dado.

A juzgar por la orientación que están  dando la mayoría de las normales del País,  el Sena, Las universidades a Distancia y algunos institutos descentralizados, la formación para el emprendimiento está sujeta a proyectos y en su diseño, ejecución, seguimiento, sistematización y evaluación deben centrarse los planes de estudio de los diferentes niveles, con mayor énfasis en la media y superior.

En esta metodología y su adaptación a los diferentes contextos está puesta la esperanza de modernización de la escuela rural y el requisito para que adquieran centralidad las zonas en  los planes, proyectos y programas del mismo municipio, del departamento y del país.

Recuperar el campo como escenario para la construcción de identidad es papel fundamental de la escuela y esto no se logra si ella no se convierte en el procesador de las transformaciones socioculturales.

3.   conclusiones y perspectivas

3.1 A modo de conclusión.

Percepción de la escuela: Existe la percepción pública de que la escuela –en general- no ha tenido las condiciones para  responder a las demandas educativas  del mundo moderno  y ha terminado por refugiarse en sí misma. A menudo allí el conocimiento se sigue transmitiendo por disciplinas pero sin examinar con rigor los contextos en los que se produjo, los problemas que aspiraba a resolver, su vigencia, pertinencia y repercusión presentes. Es decir, se está transmitiendo un conocimiento ya cristalizado que no sugiere pistas para examinar los problemas contemporáneos, que no se liga con otros conocimientos para aportar desde la interdisciplinariedad o desde la transdisciplinariedad, que no descubre caminos para construir pensamiento propio, para postular alternativas oportunas y eficaces, o estimular la búsqueda de nuevos saberes -justamente en una sociedad caracterizada como “de la información y el conocimiento”.

Por otra parte, las formas de enseñanza siguen bastante centradas en la clase magistral y sin aceptar la emergencia de nuevas subjetividades infantiles y juveniles y las transformaciones de sus formas de percepción, atención y producción de conocimiento.

Al parecer buena parte de estas limitaciones se deben a tres factores: por un lado, al hecho de que las políticas educativas en curso están dirigidas sobre todo a ampliar la cobertura y evitar la deserción. Por otro, a que en la búsqueda de calidad se implementan reformas –como las de la democracia participativa, la evaluación por logros y competencias, los PEI, la inclusión de materias para resolver problemas coyunturales- sin haber creado previamente el clima requerido para las mismas. (De esta manera, las reformas se convierten en actividades que se hacen más por “cumplir las nuevas órdenes vigentes” que para democratizar la vida escolar y tornarla menos pasiva y más ligada a su entorno). Y, el último que genera limitaciones es el de que un buen número de los y las docentes en ejercicio están llegando al término de su ciclo laboral y en algunos ello supone cansancio y los nuevos, muchos de ellos sin vocación pero necesitados de un empleo fijo no se ubican en la perspectiva crítica del sentido del ser maestro hoy y menos si ello les exige autoformación, autoconciencia y conciencia colectiva del rol social  que les corresponde en la formación de un hombre nuevo para una sociedad nueva, solidaria, incluyente, justa  y en paz.

3.2 Perspectivas.

Las experiencias de  investigación en  Lectura de contextos,  modelos educativos, características de los actores, vida campesina, etnografía de barrios, Proyectos Pedagógicos Productivos y Proyectos de aula  han contribuido a  transformar las prácticas educativas, se ha redefinido de manera progresiva la concepción de currículo, de pedagogía, el rol de los docentes, de los estudiantes, la organización escolar etc, por cuanto la cotidianidad, los problemas, necesidades, el contexto rural y urbano han  ido al aula, para convertirlo en contenido de aprendizaje.

Se aproxima  así un espacio para la construcción donde conocimiento empírico y teórico se construyen dialógicamente, transformándose  la costumbre de enseñar primero teoría para luego si, ir a la práctica.

La Lectura de contextos, procesos comunicativos y proyectos de vida han transverzalisado el plan de estudios, rompiendo con la lógica de la razón instrumental que  parcela el conocimiento.

Las resistencias tanto personales como institucionales se vencen progresivamente cuando se ven los resultados, especialmente en los niños y jóvenes que se apropian de los procesos con los que consiguen reconocimiento, visibilización social, capacidad para comprenderse a sí mismos y al mundo que los rodea, empoderándolos para asumir múltiples y variados proyectos que conducen a la  realización personal, profesional y ciudadana.

En éste ejercicio tanto oyentes como sordos con  la asesoría de maestros (as) de ciclo y titulares  avanzan en la resolución de problemáticas tan severas como la disolución familiar, las fracturas emocionales entre parejas, los conflictos comunicativos de los niños, niñas y jóvenes ,los que son más severos en la población de sordos, la liberación  de la familia sin haber realizado  un proceso de autonomía y responsabilidad coherente, la asunción de responsabilidades de procreación y empleo antes de los quince años,  los traumas relacionados con el conflicto armado y los relacionados con la escuela que en algunos casos  refuerzan los castigos, el maltrato y la formación teórica y memorística desconectada de la realidad.

 El trabajo realizado en las veredas, asumido por las escuelas  está generando políticas públicas, desde situaciones de hecho. En respuesta a estos procesos la Alcaldía del Municipio conforma una  alianza con las instituciones que hacen presencia en el sector rural para responder de manera unificada por el proyecto: “La escuela rural como proyecto pedagógico productivo” legitimando  el derecho a una educación con calidad.

Los resultados considerados provisionales ponen en evidencia la capacidad de la normal para pensarse a sí misma en todos los componentes de su proyecto educativo institucional: teórico –conceptual, pedagógico curricular, de gestión, administración y de extensión.

 El proceso desarrollado ha contribuido a  generar  innovaciones educativas y le ha aportado a las existentes elementos de mayor rigor académico y experiencial.

Se concluye entonces que las experiencias de investigación se deben fortalecer porque han instaurado nuevas prácticas, nuevas lógicas y nuevos lenguajes comunicativos entre los actores, y entre éstos y sus contextos.

Entre las demandas educativas, expuestas en todos los niveles, persiste la urgencia de profundizar en el conocimiento de la realidad, abordando las dinámicas culturales, políticas, económicas, sociales de las comunidades, para aportar a la comprensión del mundo y contribuir desde la educación a  resolver la parálisis de la imaginación creadora, articulando la teoría con la práctica.

Se le exige a la normal fomentar desde todos los escenarios y espacios posibles el reconocimiento de los actores educativos, la asunción de sus responsabilidades en la formación de personas con  altas competencias comunicativas, capaces de recrear de manera permanente  sus tejidos comunicativos rotos y fracturados por los conflictos  y las inequidades sociales.

Los problemas relacionados con el medio viviente, el calentamiento global, la relación inequitativa con la tierra, reclaman una formación que contribuya a restablecer el equilibrio natural. En consecuencia las acciones y proyectos orientados a éste propósito deben inscribirse dentro de las tareas prioritarias de la institución.

La práctica investigativa incorporada al plan de estudios, reelabora en forma permanente el imaginario de escuela y de maestro que se requiere para el siglo XXI.

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[1]  “La construcción  individual y social del saber”.  Ricardo Lucio A. Centro de Estudios Sociales. Universidad Nacional. Tomado de la revista Aportes No. 41. Pedagogía y Educación”

[2] “Hacia un modelo de enseñanza” Rafael Porlán
[3] Programa de formación complementaria. Práctica Investigativa.E.N.S. de Neiva. 2.010
[4] Propuesta curricular del programa de Formación complementaria. 2.005. ENS.    

[5] Cifras dadas a conocer el 30 de abril de 2010, según trabajo científico llevado a cabo por la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad, MESEP, organismo integrado por Planeación Nacional, el DANE y expertos nacionales e internaciones, con el apoyo del Banco Mundial y de la CEPAL
[6] El Espectador, mayo 1 de 2009

[i] PONENCIA, VII FORO EDUCATIVO DEPARTAMENTAL Y MUNICIPAL “Aprendiendo con el bicentenario de la independencia” INSTITUCIÓN EDUCATIVA ESCUELA NORMAL SUPERIOR DE NEIVA

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